Y bajamos...y nos volcamos como un coloso en su derroque,
a la búsqueda de las cadenas que ayuden a sujetar su masa,
cadenas que también cayeron.
Cadenas que quizá nunca existieron,
y se las tomaron como el sumum ente de la salvación.
Entonces, quedamos en el aire suspendidos.
Sumidos en la flotación de los cuerpos,
un no respirar para aprender a volar,
algo que nunca conseguiremos.
La gravedad quizá fuere demasiado fuerte
para la constitución de nuestras mentes.
Y mantuvimos presente en el instante
el momento de expectación del tiempo.
Quisimos anticiparnos al hundimiento
de nuestras especies, nuestra cultura y nuestros oyentes.
Por ende, el buque ya no se sujeta
a ninguna roca de vacío
y a ningún nimbo de abismo.
Desapareció tras su caída,
y nosotros caímos enseguida.
Ahora solo queda el pulso
del sentimiento que acorrala
y la mente gran farsante
a la que todos quisimos halagar.
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máscaras inertes.