jueves, 3 de abril de 2014

En occidente me hablaron sobre ciclos lunares básicos y promiscuos. Mientras entendía que la base más fragmentada de la realidad se encontraba en su propia profundidad existencial. Lo tenía dentro a base de cinceles esquemáticos, como un producto del amor esquizoide o la lujuria académica. Una dosis de remaches a punto de explotar, y un sueño encriptado en mi propia extremidad. Deseaba imágenes subversivas, de diferentes líquidos esméticos donde su anisotropía fuera convulsa y descorazonada, donde su propia reacción ultrasónica fuera corrupta en su mismo campo, y las musarañas tocaran cada intersticio oculto del ámbito corpóreo.
Y en momentos divago, entre un occidente sobre ciclos lunares básicos, y un recipiente onírico de polutos trozos de cristal, reflejo de mi dosis carnal, visceral, hermética y animal, reflejo de mi ánima sin lucro y sin sollozo, reflejo de mis cinceles esquemáticos. Mientras llega la combustión de dos caminos carbonizados, donde sus formas se distorsionan a lugares diferentes hasta llegar al hilo vital de la existencia, donde me descubro y te descubro mientras se funde el aliento, el labio, el pestañeo en palabras mentales, la agonía de un querer despotricar la vida. La suerte, la rabia, la víscera, la calma.



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máscaras inertes.