En occidente me hablaron sobre ciclos
lunares básicos y promiscuos. Mientras entendía que la base más
fragmentada de la realidad se encontraba en su propia profundidad
existencial. Lo tenía dentro a base de cinceles esquemáticos, como
un producto del amor esquizoide o la lujuria académica. Una dosis de
remaches a punto de explotar, y un sueño encriptado en mi propia
extremidad. Deseaba imágenes subversivas, de diferentes líquidos
esméticos donde su anisotropía fuera convulsa y descorazonada,
donde su propia reacción ultrasónica fuera corrupta en su mismo
campo, y las musarañas tocaran cada intersticio oculto del ámbito
corpóreo.
Y en momentos divago, entre un
occidente sobre ciclos lunares básicos, y un recipiente onírico de
polutos trozos de cristal, reflejo de mi dosis carnal, visceral,
hermética y animal, reflejo de mi ánima sin lucro y sin sollozo,
reflejo de mis cinceles esquemáticos. Mientras llega la combustión
de dos caminos carbonizados, donde sus formas se distorsionan a
lugares diferentes hasta llegar al hilo vital de la existencia, donde
me descubro y te descubro mientras se funde el aliento, el labio, el
pestañeo en palabras mentales, la agonía de un querer despotricar
la vida. La suerte, la rabia, la víscera, la calma.
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máscaras inertes.