jueves, 20 de febrero de 2014

En la penumbra, me dejo, me dejas. Flores de lino, ensueños de imaginación.
No puedo tocarlas, se crean espinas. Me sangra la mano, el crepúsculo de mis venas, se dilatan las pupilas y el esófago traquetea mis otros órganos excéntricos.
Miro el filo del viento y me atraviesa el tímpano de caracol izquierdo. No todo lo que escucho es un deleite de instrumentos, no todo lo que escucho lo cojo y lo engullo entre los dedos. No todo envenena, pero sí que intoxica mi evidencia.

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máscaras inertes.