jueves, 6 de marzo de 2014

Forcé mis ropajes a una nueva vida esférica, donde allá, las promesas sabían a un medio sombra mañanero, y no a brea líquida condimentada por larvas.
Y ahora, que me hallo abandonada en donde fui pacto entre diablo y doncella, y donde el rey Minos escondió a su hijo para nunca ver la luz demente del ocaso, no tengo herramientas de salida. Soy yugo de un laberinto sin recortes, dónde mis pies y manos se convierten en tijera para romper verdes muros de jardín.

Mi signo de lujuria ahora me sabe a verbena, y mis cuatro puntos cardinales visten de borracha epistemológica ramera.

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máscaras inertes.