Fragancia a sales marinas y a sueño de céfiro grisáceo. La incipiente luz mostrándose álgida entre suburbios clandestinos con una hoja danzando a través de las húmedas calles. Pasos que adormecen una visión conjunta de impermeables recuerdos. Golpes incansables de yuxtaposición sanguínea. Choques recónditos impulsados por ladeos mágicos. Se establece el silencio y el latido del labio ruge en tempestad.
Y, caigo en una bóveda de ínfimos latidos donde encuentro aquel polo incipiente atormentándome. Es el bosquejo de sensaciones musicales, es la precipitación tomando rienda de mis sentidos. Es un rugido sordo que grieta mi cuerpo.
Eres tú.
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máscaras inertes.